Corrientes,
29 May. 12 (AICA)
Monseñor Stanovnik recordó que para
ejercer la autoridad sea en la familia, sea en cualquier ámbito de la
comunidad “se necesita esa inteligencia que va unida al amor,
inteligencia que por consiguiente, va de la mano con la humildad y la
verdad. Una inteligencia amorosa y al servicio de la vida nos ayudará a
reconocer y asumir las innumerables riquezas culturales, que están en la
base de nuestra identidad actual, hoy en grave riesgo de ser
desplazadas por un pensamiento contrario a la vida humana y, por ende,
también perjudicial a la naturaleza”. |
Tedeum en la catedral de Corrientes
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El
arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió el
tedeum del 25 de mayo, por el 202º aniversario de la Revolución de Mayo,
en la iglesia Nuestra Señora de la Merced.
En la homilía,
el pastor llamó a “dar gracias a Dios por la Patria y por esta hermosa
porción de tierra correntina, bendecida por espléndidos ríos, y
embellecida de extraordinarios paisajes, que sólo el Dios creador y
enamorado de su pueblo, podría brindarle”.
“En los sucesos
de mayo del año 1810 –dijo- estuvieron implicados hombres con un fuerte
sentido de libertad y de autodeterminación y, en su gran mayoría,
identificados con el pensamiento de tradición católica. Pocos años
después, ante la convocatoria al Congreso de Tucumán, casi todas las
provincias eligieron a sus diputados entre abogados o sacerdotes. Más
tarde, también el franciscano Mamerto Esquiú, actualmente en proceso de
beatificación, tuvo un sorprendente desempeño en la defensa que hizo de
la primera Constitución nacional, en el año 1853, con el propósito de
que el pueblo argentino, desgarrado por luchas internas, se sometiera al
poder de la ley”.
El prelado correntino señaló que “la
obediencia y sumisión a la ley continúa siendo una tarea pendiente entre
nosotros. Aún no hemos alcanzado ese estadio de madurez que nos permita
vivir la complementariedad que debe darse entre el ejercicio de la
autoridad, la vocación a la libertad y la obediencia a la ley” y agregó
que “al fluctuar entre el autoritarismo y la transgresión, nos cuesta la
aceptación serena de los cauces que es necesario respetar en la
convivencia social”.
Monseñor Stanovnik recordó que para
ejercer la autoridad sea en la familia, sea en cualquier ámbito de la
comunidad “se necesita esa inteligencia que va unida al amor,
inteligencia que por consiguiente, va de la mano con la humildad y la
verdad. Una inteligencia amorosa y al servicio de la vida nos ayudará a
reconocer y asumir las innumerables riquezas culturales, que están en la
base de nuestra identidad actual, hoy en grave riesgo de ser
desplazadas por un pensamiento contrario a la vida humana y, por ende,
también perjudicial a la naturaleza”.
El arzobispo
correntino afirmó que “si por una parte, las leyes son necesarias para
la vida social, por otra, es muy importante que las mismas estén
fundadas en el respeto a la verdad de la persona, de la familia y de la
sociedad”.
También se refirió al anteproyecto de reforma
del Código Civil y advirtió que tiene la trascendencia para “definir
obligaciones y derechos de las personas que luego van a incidir en la
vida cotidiana de los argentinos. Es insuficiente aplicar sólo la
inteligencia para elaborar una ley. Es de vital importancia
complementarla con la sabiduría que reconoce el mundo de los valores,
tiene en cuenta la memoria viva de un pueblo y se enriquece con su
experiencia”.
Para concluir, monseñor Stanovnik citó las
palabras de Benedicto XVI sobre la sabiduría del gobernante: “Al joven
rey Salomón, a la hora de asumir el poder, se le concedió lo que pedía.
¿Qué sucedería si nosotros, legisladores de hoy, se nos concediesen
formular una petición? ¿Qué pediríamos? Pienso que, en último término,
también hoy, no podríamos desear otra cosa que un corazón dócil: la
capacidad de distinguir el bien del mal, y así establecer un verdadero
derecho, de servir a la justicia y la paz”.+
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